lunes, 26 de julio de 2010

Ay ¡el estrés!

La banca española se desnuda mientras la europea esconde sus vergüenzas debajo de la alfombra. Éste podría ser el resumen, a grandes rasgos y un poco a lo bruto, de la publicación la semana pasada de las pruebas de resistencia a las que los supervisores sometieron a la banca europea en marzo. Y con un resultado dispar.

El objetivo era disipar las dudas acerca del estado real de las entidades. Muy bien. El caso es que lejos de arrojar luz, los test de estrés han sumido al sistema financiero europeo en un mar de dudas. Y con razón. Y es que, mientras el 95% de los bancos y cajas de ahorros españoles mostraban al mundo sus balances ­-¡ale! Así, sin pudor alguno- países como Francia y Alemania se quedaban en el 50% de sus entidades. Vamos, el mínimo exigido para cumplir el expediente.

Y así sale la foto: de las siete entidades que suspenden, cinco son españolas. De lo que nadie se acuerda es que de las 91 entidades analizadas, 27 son españolas. Una cifra que es bastante superior, porque las cajas analizadas en realidad son fusiones, tanto frías como calientes.
El caso es que la banca alemana ha reconocido que ha hecho trampas en los test, olvidándose de incluir su exposición a deuda soberana. Especialmente los bonos griegos y lusos en cartera, los más penalizados en los escenarios extremos.

No me extraña que los analistas e inversores no se fíen de la veracidad de sus resultados.

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